Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

sábado, 28 de abril de 2012

Personajes. Luisa Alén


Exterior de una pulpería, César Hipólito Bacle, 1833

Buenos Aires no era París. Y mucho menos aquella esquina (como llamaban por entonces a las pulperías), en el cruce de las calles Federación y Ombú (hoy Rivadavia y Matheu), cerca de los corrales de Miserere. Los parroquianos no tenían las galas de los cajetillas de la ciudad. Eran troperos, arrieros, carneadores. Como el espacio era poco, un roce bastaba para sacar el facón. Allí no se le mezquinaba un tajo a nadie.
Eso sucedía a menudo en la esquina de Leandro Antonio Alén. Pero no había quién se le animara cuando el hombre pegaba el grito. Porque el pulpero era vigilante primero de a caballo de la temida Sociedad Popular Restauradora, la Mazorca. Más aún, era hombre del comisario Ciriaco Cuitiño.
Lo cierto es que en aquella casa más próxima a la pampa que a la ciudad nació Luisa del Corazón de Jesús Alén, la sacrílega.