Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

martes, 29 de enero de 2013

La primera vi-reina

Anita se casa, pero no sabe que ese oficial algo zopenco que tiene al lado será virrey. Y que, por ende, ella será la primera vi-rreina criolla de este Río de la Plata marrón y traicionero*.
Es el 2 de junio de 1788. La iglesia, la de San Francisco. Las campanas al vuelo incomodan al aire. 
Los protagonistas: Ana de Azcuénaga (1770/1845) y Antonio Olaguer Feliú (1742/1813), en ese momento Inspector General de las Tropas y más tarde, en 1797, virrey del Reino del Río de la Plata. 
Pero hay más. Para empezar, el que oficia la ceremonia: nada menos que el obispo Manuel de Azamor. Casi seguro que le ayudó a ponerse la casulla dorada su secretario travestido, que se hace llamar Antonio de Ita aunque nació María y orina de cuclillas.
Y más aún. El padrino es Francisco de Paula Sanz, de quien se dice que es hijo bastardo de Carlos III y una princesa napolitana, pero son maledicencias. Lo cierto es que, dentro de no tanto, a fines de 1810, Miguel de Azcuénaga, el hermano de Anita, consentirá que lo fusilen en un paredón cualquiera. 
Las bodas, cuando son de campanillas, son un enredo de historias ocultas. 

* Hubo otras dos: Rafaela de Vera Muxica, que en 1801 casó con Joaquín del Pino, y Juana de Larrazábal, que en 1804 se desposó con el marqués Rafael de Sobremonte.